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Andrea González-Ramírez, Cabezas Clavas, John Rick, Richard Burger
MITO 6: Las cabezas clavas son esculturas que representan a cabezas de transición humana a seres míticos
MITO 6.1: Las cabezas clavas son representaciones de cabezas humanas cortadas que han tomado ayahuasca u otros estupefacientes (Luis Guillermo Lumbreras, 2011)
Por Carlo Brescia
Junio 2017
> Fotografía Lino Chipana. Fuente: El Comercio Perú.
En el centro ceremonial Chavín de Huántar se encuentran cosas únicas: la Gran Huanca (término local que recoge Middendorf en 1895; también llamado Lanzón Monolítico, Gran Imagen o Dios Sonriente), el Obelisco Tello, la Estela Raymondi, más de 4 kms de galerías subterráneas y más de un centenar de cabezas clavas. Al igual que todas esas obras únicas, las cabezas de piedra de Chavín también han sido y siguen siendo sujeto de variadas interpretaciones, algunas de las cuales son expuestas al público no como hipótesis sino como verdades categóricas, sin que alguna vez se hayan analizado de manera científica como hipótesis de trabajo los argumentos y evidencias que supuestamente las sustentan.
Ya hemos hablado anteriormente en otros posts en este blog sobre como la subjetividad de algunos investigadores (por prejuicios inconscientes y conscientes, intereses personales, valores culturales, necesidad de fondos para investigación, egolatría académica, desconocimiento sobre asuntos más allá de su especialidad, etc.) afecta la interpretación de su objeto de estudio y los discursos resultantes; en todas las distintas disciplinas de la ciencia (especialmente las sociales) como fuera de ella. Siempre es importante recordar que para que un argumento tenga validez en la ciencia, este debe ser verificable y en el caso de la arqueología en Chavín esto es sin duda altamente difícil ya que estamos investigando una cultura andina que estuvo vigente por lo menos 2,500 años atrás, sin fuentes verbales ni escritura alfabética.
En el contexto anterior, si las conclusiones de los estudios en Chavín son expuestas como conclusivas, eliminando la probabilidad de que sean posibles otras interpretaciones y líneas de investigación, las personas que las esgrimen (humanas al fin de cuentas y sujetas a equivocaciones) caen no en la divulgación científica sino en el género literario de la pseudo ciencia o la arqueoficción, acciones que en varios países ya son una falta de ética profesional al difundir al público en general este tipo de ideas peregrinas sobre el pasado de los pueblos. Primero es importante que las difundan en los contextos académicos para que puedan ser debatidas antes de lanzarlas a los grandes públicos. Sigue leyendo