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Cristóbal de Molina 
1575. Relación de las fábulas y ritos de los incas. Edición crítica de Paloma Jiménez del Campo. Transcripción paleográfica de Paloma Cuenca Muñoz. Coordinación de Esperanza López Parada. Madrid: Vervuert / Iberoamericana, 2010, pp. 94-100.


Abrá diez años, poco más o menos, que huvo una yrronia entre estos yndios d’esta tierra y era que haçían una manera de canto al qual llamavan taqui hongoy. Porque en la provinçia del Parinacocha un Luis de Olivera, clérigo presbítero que a la saçón hera cura del dicho repartimiento, qu’es en el ovispado del Cuzco, fue el primero que vio de la dicha yrronia o ydolatría, él pone aquí de la manera que lo hacían y por qué […].

«Cristóbal de Albornoz halló una nueva seta que estaba senbrada por toda la tierra entre los indios e naturales della que llamavan Taqui Ongoy, y el fundamento della fue aver creido los indios en general que todas las guacas del reino, quantas avían quemado los cristianos e destruido, avían resucitado y estaban repartidas en dos partes, las unas con la guaca Pachacama y las otras con la guaca Titicaca, que heran las dos principales del reino, e questas se avían juntado para dar batalla a Dios Nuestro Señor, al qual trayan ya de vencida e que los españoles desta tierra se acabarían presto porque las guacas les ordenarían enfermedades a todos para matarlos, a todos los quales estaban henojados con los indios porque se avían vuelto cristianos, e que si querían los indios que no les viniese enfermedades ni muertes sino toda salud y aumento de bienes que renegasen del cristianismo que avían resçevido e no se llamasen nombres de cristianos ni comiesen ni se vistieses cosas de Castilla creyendo que Dios hera poderoso para aver fecho a Castilla e a los españoles e a los mantenimientos que en Castilla se crían, pero que las guacas avían sido poderosas para aver fecho esta tierra e a los yndios e a los mantenimientos e a las cosas que en ella e criaban, e quel Marqués Pizarro, quando entró de Caxamalca e venció a los indios e subjetó este reyno, avía sido porque Dios entonces avía vençido las guacas, pero que agora todas avían resucitado para dalle batalla y vençelle e que las dichas guacas ya no se encorporavan en piedras ni en árboles ni en fuentes, como en tiempo del ynga, sino que se metían en los cuerpos de los indios y los hazían hablar e de allí tomaron a temblar diciendo que tenían las guacas en el cuerpo y a muchos dellos los tomavan y pintaban los rostros con color colorada y los ponían en unos cercados y allí yvan los indios a los adorar por tal guaca e ydolo que dezía que se le avía metido en el cuerpo, y les sacrificaban carneros, ropa, plata, maíz e otras muchas cosas, los quales predicaban grandes abominaciones con Dios Nuestro Señor e contra nuestra religión cristiana que por su proligidad no se escrive aquí».

En la provinçia de Parinacocha, del ovispado del Cuzco, el dicho Luis de Olivera, vicario de dicha provinçia, entendió que no solamente en aquella provinçia, pero en todas las demás provinçias e çiudades de Chuquicaca, La Paz, Cuzco, Guamanga, y aun Lima y Ariquipa, los más d’ellos avían cay´do en grandísimas apostaçías apartándose de la fe católica que avían reçevido y bolviéndose a la ydolatría que usavan en tiempo de su ynfidelidad. No se pudo averiguar de quién uviese salido este negoçio más de que se sospechó y trató que fue ynventado de los echiçeros que en Uiscabamba tenían los yngas, que allí estavan alçados porque lo propio se creyó avía sido lo que en este reyno […] el año de sesenta, y no atrás, de aver tenido y crey´do por los yndios que d’España avían enviado a este reyno por unto de los yndios [f.33r] para sanar çierta enfermedad, que no se hallava para ella mediçina sino el dicho unto, a cuya causa en aquellos tiempos andavan los yndios muy recatados y se estrañavan de los españoles en tanto grado que la leña, yerba o otras cosas no lo querían llevar a casa de español, por dezir no los matase allá dentro para les sacar el unto; todo esto se entendió aver salido de aquella ladronera por poner enemistad entre los yndios y españoles. Y como los yndios d’esta tierra tenían tanto respeto a las cossas del Ynga y deçían que aquello salía de allá, cay´an muy presto en qualquier[…] hasta que el señorvisorey don Francisco de Toledo los deshizo y hechó de allí, en lo qual se sirvió Dios Nuestro Señor mucho.

Y bolviendo a la ynventiva que el demonio tuvo para derivar a estos pobres, fue que ellos creyeron que todas las guacas del reyno, quantas avían los cristianos derrocado y quemado, avían resuçitado. Y d’ellos se avían hecho dos partes: los unos se avían juntado con la guaca Pachacama y los otros con la guaca Titica. Y que todos andavan por el ayre hordenando de dar batalla a Dios y vençelle. Y que ya le tray´an de vençida. Y que quando el Marqués entró en esta tierra, avía Dios vençido a las guacas y los españoles a los yndios, enpero que agora dava la buelta el mundo, y que Dios y los españoles quedarían vençidos d’esta vez, y todos los españoles muertos y las çiudades d’ellos anegadas; y que la mar avía de creçer y los avía de ahogar porque d’ellos no huviese memoria.

En esta apostación creyeron que Dios Nuestro Señor avía hecho a los españoles, y a Castilla, y a los animales y mantenimientos de Castilla, enpero que las guacas avían hecho a los yndios, y a esta tierra y a los [f. 33v] mantini-mientos que de antes tenían los yndios. Y así quitavan a Nuestro Señor su omnipotencia.

Salieron muchos predicadores luego de los yndios que predicavan así en las punas como en las poblaçiones. Andavan pedricando esta resurecçión de las guacas diçiendo que ya las guacas andavan por el ayre secas y muertas de hambre porque los yndios no les sacrificavan ya ni derramavan chicha, y que avían sembrado muchas chácaras de gusanos para plantallos en los coraçones de los españoles, y ganados de Castilla, y los cavallos, y tanbién en los coraçones de los yndios que permaneçen en el cristianismo. Y que estavan enojadas con todos ellos porque se avían bautizado, y que los avían de matar a todos si no se bolvían a ellos renegando la fe católica. Y que los que querían su amistad y graçia vivirían en prosperidad, y graçia y salud. Y que para bolver a ellos ayunasen algunos días no comiendo sal ni ají, ni durmiendo hombre con muger, ni comiendo maíz de colores, ni comiendo cosas de Castilla, ni usando d’ellas en comer ni en vestir, ni entrar en las yglesias, ni reçar, ni acuda al llamamiento de los padres curas, ni llamarse nombre de cristiano. Y que d’esta manera bolverían en amor de las guacas y no los matarían. Y asimismo, que ya bolvía el tiempo del Ynga y que las guacas no semetían ya en las piedras, ni en las nuves, ni en las fuentes para hablar, sino que se yncorporan ya en los yndios y los hacían ya hablar. Y que tuviesen sus cassas barridas y adereçadas para si alguna de las guacas quisiese posar en ella.

Y así fue que obo muchos yndios que temblavan y se rebolcavan por el suelo, y otros tiravan de pedradas como endimoniados haçiendo visajes. Y luego [f. 34r] repossavan, y llegavan a él con temor y le deçían que qué avía y sentía, y respondía que la guaca fulana se le avía entrado en el cuerpo. Y luego lo tomavan en braços y lo llevavan a un lugar diputado y allí le haçían un aposento con paja y mantas. Y luego le enbixavan y los yndios le entravan adorar con carneros, colle, chicha, llipta, mollo y otras cossas. Y haçían fiestas todo el pueblo de dos y tres días baylando y beviendo, e ynbocando a la guaca que aquel representava y decía tenía en el cuerpo, y velando de noche sin dormir. Y de quando en quando, los tales haçían sermones al pueblo amenaçándoles que no sirviesen a Dios y que no era tiempo de Dios sino de guacas, amenaçando a los yndios si de todo no dejasen el cristianismo. Y reñían al caçique o yndio que se llamava nombre de cristiano sino de yndio y trajese camisa o sombrero o alpargates o otro qualquier traje d’España ni de Lusate. Estos tales endimoniados pedían en los pueblos si avía algunas reliquias de las guacas quemadas. Y como trajesen algún pedaço de piedra d’ellas, se cubría la caveça delante del pueblo con una manta y ençima dela piedra derramava chicha y la fregava con arina de maíz blanco. Y luego dava boçes ynbocando la guaca, y luego se levantava con la piedra en la manoy deçía al pueblo: “Veis aquí vuestro amparo y veis aquí al que os hizo y da salud, y hijos y chácaras; ponelde en su lugar en donde estuvo en tiempo del Ynga”. Y así lo haçían con muchos sacrifiçios los echiceros que en aquel tiempo estavan recojidos y castigados […] con livertad ussavan sus ofiçios, bolviendo a ellos y no quitando del lado de los yndios echos guacas, receviendolos carneros [f. 34v] y coies para los sacrifiçios.

Fue este mal tan crey´do y celebrado comúnmente que no solamente los yndios en los repartimientos, pero los que vivían en las çiudades entre españoles usaron y crey´an en esta miseria ayunando y apostatando; en el qual tiempo no pequeño número se condenó porque con esta crehencia morían. Y finalmente, el dicho vicario Luis de Olivera, como empeçó a castigar aquella provinçia y la de Acari, y dio d’ello notiçia a la Real Audiençia de Lima y señores Arçobispo y Ovispo de las Charcas y otras partes, y a Fray Pedro de Toro, administrador del obispado del Cuzco, empeçaron afloxar; y con todo duró más de siete años.

Esta apostacía pretendieron […] porque como avían crey´do que Dios y los españoles yvan de vençida, trataron de alçarse con la tierra, como se entendió públicamente el año de sesenta y cinco, siendo governador d’estos reynos el liçençiado Castro. Como tuvo d’ello aviso de los corregidores del Cuzco, Guamanga y Guánuco […] estas çiudades que estavan puestas en armas. Durante este tiempo obo diversas maneras de apostaçías en diversas provinçias: unos baylavan dando a entender tenían de la guaca en el cuerpo, otros temblavan por el mesmo respeto dando a entender la tenían también, otros se ençerravan en sus cassas a piedra seca y davan alaridos, otros se despedaçavan, y despeña-van y matavan, y otros se hechavan en los ríos ofreçiéndose a las guacas; hasta que Nuestro Señor, por su misericordia, fue servido alumbrar a estos miserables. Y que los que an quedado d’ellos y’an visto la burlería que se les predicó y crey´an con ver al Ynga muerto y a Uilcabamba de cristianos y ninguno de lo que se les pudía aver [f. 35r] suçedido, antes todo al contrario.

A resultado d’esta yndemoniada ynstructión, que todavía ay algunos yndios e yndias hechiçeros, aunque en poca cantidad, que quando algún yndio o yndia está enferma los llamavan para que los curen y les digan si ande vivir o morir. Dicho lo qual, mandan al enfermo que le traygan maíz blanco que llaman paracayçara , y maíz negro que llaman colliçara , y maíz entrevetado de colorado y amarillo que llaman cumaçara , [y maíz] amarillo que llaman paroçara , y otras conchas de la mar que llaman ellos mollo, mollo de todas las colores que pueden aver que llaman ymaymanamollo. Junto lo qual, el hechiçero, el maíz con el mollo lo haçe moler, y molido, lo da al enfermo en la mano para que soplándolo lo ofresca a las guacas yuilcas diciendo estas palabras: “A todas las guacas y uilcas quatro partidas d’esta tierra, agüelos y antepasados míos, resçevid este sacrifiçio doquiera que estáis y dadme salud”. Y asimismo lo haçen soplar un poco de coca al Sol ofreçiéndosela y pidiéndole salud, y lo mismo a la Luna y Estrellas. Y luego, con un poquito de oro y plata de poco valor tomado en la mano, lo ofrece el mesmo enfermo al Haçedor derramándolo. Después d’esto manda el hechiçero al enfermo que dé de comer a sus difuntos poniendo las comidas sobre sus sepulturas, si está en parte do se pueda hazer, y derramándoles la chicha; y si no, en la parte de su casa que le pareze; porque le haçe entender el hechiçero que por estar muertos de hambre, le an hechado aquella maldiçión por donde a enfermado. Y si esté de suerte que pueda yr por sus pies a’lguna junta de dos ríos, y le haçe yr allá y lavar el cuerpo con agua y arina de maíz blanco, diçiendo que allí dejará [f. 35v] la enfermedad; y si no, en cassa del enfermo. Acavado lo qual le haçe un parlamento diçiéndole que si quiere escapar de aquella enfermedad, que se confiese allí luego con él de todos sus pecados sin dexar ni encubrir ninguno. Y esto llaman hichoco. Y estos yndios, como son tan fáçiles, ay algunos d’ellos que con façilidad y poca persuaçión se dexan caer en esta apostacía y yerro, aunque después con arrepentimiento. Y algunos confiesan este pecado con los demás tanbién. Ay grandísima suma de yndios e yndias que por entender ya la ofensa que a Nuestro Señor en esto se haçe, por ninguna vía lo permitió, en antes los acusan ante sus curas para que sean castigados. Y si ubiese algún castigo exemplar para los tales hechiçeros, entiendo, mediante Dios, sesaría tan gran mal; aunque como digo, son ya pocos.

En esta tierra ay diferentes naçiones y provinçias de yndios, que cada una d’ellas tenía possisos ritos, y actos y cerimonias antes que los yngas los sujetase. Y los yngas quitaron en las dichas provinçias algunos de los cultos que tenían y dieron cultos de nuevo. Y no es menos cosa conviniente saver los cultos y çerimonias que en cada provinçia de por sí tenían los yngas, que son los que aquí van escritos, para poderles dissipar y desarraygar de sus ydolatrías y desventuras. Y assí, mediante Nuestro Señor, concluydo la visita que entre manos tengo de las perochias y valle d’esta çiudad del Cuzco por nombre.