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El Altar de Piedra o de «Choque Chinchay»: Descubrimiento, Origen del Nombre y Posibles Funciones
Por Carlo Brescia
Septiembre 2016

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> Fotografía: Kathia Villar.

El altar de piedra conocido como «Altar de Choque Chinchay» es una de las piezas que resaltan en el Centro Ceremonial de Chavín de Huántar, ubicado de la esquina suroeste de la denominada Plaza Cuadrada. Esta laja de piedra caliza pesa 10 toneladas y contiene 7 hoyos tallados en su superficie.

En uno de los lados de su parte superior, en el lado norte de la mesa de piedra, nos encontramos con un espacio rectangular, que «sugiere que allí pudo estar engastada una estela o algo similar» (Lumbreras y Gonzáles 2012: 99).

DESCUBRIMIENTO EN 1934

Fue Martín Flores García, profesor chavino, quien anunció el descubrimiento del altar de piedra en 1934. En la edición Nr 169/170 del Boletín de Lima, Rogger Ravines cita el artículo de 1936 de Flores García:

«El 1ro de diciembre de 1934, en nuestras correrías por los parajes de esta misteriosa ciudad muerta, descubrimos con el señor Humberto L. Hidalgo, un valiosisimo tesoro arqueológico. Se trata, a no dudarlo, de una de las claves más importantes de esa perdida y milenaria civilización difunta, ubicada como la más vetustísima y maravillosa de América.

Antes de esa época, en repetidas ocasiones, habíamos explorado estos lugares memorables y legendarios, ya en compañía del doctor Julio C. Tello y otros hombres de ciencia, así como de muchísimos turistas y amigos, sin que nadie hubiera advertido la presencia, a flor de tierra, de este magnífico despojo arqueológico.

Al lado suroeste del gran anfiteatro, debió levantarse un pequeño santuario, cuyos vestigios existen todavía, dedicado exclusivamente a la práctica de ceremonias espeluznantes y sangrientas. Allí dando frente a la plaza y al Puchka, se encontraba a manera de un dragón famélico e insaciable gran tablón, ara sagrada de la misteriosa civilización Chavín, o altar de sacrificios, y que encierra el contenido y la trayectoria de una época y civilización.

El ara de sacrificios es una enorme piedra caliza, de forma rectangular, con pequeños desperfectos y erosiones, debido, posiblemente, al tiempo y a la acción destructora de los agentes naturales. Mide 2,77 m de largo, 2,30 m de ancho, 60 cm de espesor. Su posición de S a N, y tendida a nivel. Superficie plana y, en sus épocas, debió estar ornada con motivos idénticos o similares a la estela Raimondi, ya que, como veremos después, fue el verdadero altar de ese obelisco. Sobre esta superficie, y distribuidos en forma no simétrica, se encuentran 7 morteros tallados con gran regularidad de 50 cm de diámetro por 18 cm de fondo. En la arista oeste, tallado o vaciado con gran maestría, se encuentra el cajón del ídolo, de 77 cm de largo, 31 cm de ancho y 24 cm de fondo, donde dando frente al edificio principal, estuvo encajado el ídolo antropomorfo, dios supremo de la civilización Chavín, que se encuentra en el Museo Nacional. De mortero a mortero, debieron existir unos canalitos de comunicación. El ídolo estuvo colocado en posición no simétrica con relación al ara. Sino a 1,10 m y 81 cm, respectivamente. Es aquí, donde la antropofagia religiosa, pasaba de la abominación al macabro festín.

En 1840, don Timoteo Espinoza, entonces gobernador del distrito, encontró el Monolito Raimondi, haciendo aporcar papas, precisamente a pocos metros del ara que nos ocupa.

No queda duda, que la divinidad suprema Win, representada en el obelisco Raimondi es el Genio del Mal, asociado a divinidades siderales y totémicas idealizadas, dotadas de poderes sobrenaturales que controlan los fenómenos cosmogónicos.» (Ravines: 2012: 50-51)

Sin duda, el testimonio de Martin Flores García («…ceremonias espeluznantes y sangrientas…») está permeado por una imaginación etnocéntrica, similar a lo que leemos en la crónica de Vásquez de Espinoza cuando menciona que Chavín era un sitio de adoración al ‘demonio’. Es común, lamentablemente incluso hoy en día, escuchar a personas que residen en los pueblos -e incluso académicos- hablar con prejuicios culturales sobre las actividades de las personas de las zonas rurales, contemporáneas y/o ancestrales.

Más allá de lo anterior, al parecer la Estela Raimondi (identificada en 1840) no fue la única pieza que se encontró cerca del altar: también en 1907 el Obelisco Tello fue encontrado cerca de la mesa de piedra por Trinidad Alfaro.  De acuerdo a Julio César Tello:

«El 14 de noviembre de 1940, el autor se constituyó en el terreno con el propio Alfaro, que es un hombre mestizo, de barba larga y poblada, de 60 años de edad, donde le mostró el sitio en que fue hallado el obelisco, que queda cerca del borde rectangular que forma la plaza y el perimetro del trozo de roca que tiene varios hoyos redondos a manera de morteros y una excavacion cuadrada» (Tello 1961: 178).

El Obelisco es otra de las piezas líticas talladas más importantes de la cultura andina. Entonces, tanto la Estela Raimondi (en 1840) como el Obelisco Tello (en 1907), fueron hallados cerca del ‘Altar de Choque Chinchay’, descubierto en 1934.

ORIGEN DEL NOMBRE CHOQUE CHINCHAY EN 1970

El nombre del Quechua Sureño ‘Choque Chinchay’ según Pachacuti-Yamqui (1950 [1613]) hace referencia, por un lado, al «Apu de los Otorongos» (jaguares) y, por otro, al planeta Venus del atadecer («apachi ururi»). Gary Urton (1981) sugiere el término ‘Collca’ para las Pléyades y el término ‘Choque Chinchay’ para las cinco estrellas que conforman la cola de Escorpio.

Fue en 1970 cuando Luis Guillermo Lumbreras y Marino Gonzáles al buscarle significado a la piedra, decidieron darle el nombre al altar de piedra. Lumbreras (2012: 99) cuenta:

«En el centro hay un gran bloque tallado en forma de paralelepípedo, en cuya parte superior, plana y sub-rectangular, se ha inscrito 7 pocitos hemisféricos, dispuestos en un orden próximo al que tienen las estrellas de la constelación de Orión («Choque Chinchay»), con tres en línea y cuatro en su entorno, pero sobretodo un orden que sugiere la figura de un felino, con dos hoyos en los puntos correspondientes a las patas, hacia el oeste y uno en el lugar correspondiente a la cabeza, al noreste, dos en el lomo y dos en el rabo, en el extremo suroeste.

Este esquema de distribución de los «puntos» anatómicos del jaguar se repite en todas las imágenes de este personaje en el famoso «mortero de Pennsylvania» y en todas las imágenes de más de 14 jaguares que guardan la Plaza Circular descubierta entre 1970 y 1972. Esta lectura del altar la hicimos conjuntamente con Marino Gonzáles en el año 1970, cuando decidimos bautizarlo como «Altar del Choqe-Chinchay’ a sugerencia suya.»

Observando las imágenes de los jaguares en el ‘mortero de Pennsylvania’ y los jaguares de la Plaza Circular, la idea gestada por Lumbreras y Marino Gonzáles es muy discutible. El esquema de distribución de los círculos no corresponden a simple vista con lo afirmado, tampoco con la distribución de las estrellas de la constelación de Orión. A la fecha, no se han puesto a prueba estas ideas (‘formulación de hipótesis de trabajo’) con información empírica que la contraste por lo que cae en la categoría de pseudo-hipótesis.

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> Una de las 14 imágenes de Plaza Circular mencionadas por Lumbreras, con 3 ‘flores’ alineadas en el lomo, una cruz en la pata trasera, 2 cruces en el estómago y probablemente una cruz más en la pata delantera, poniendo en evidencia que el esquema de distribución afirmado por Lumbreras es discutible.

No obstante, las estrellas si parecen conformar el cuerpo de un felino por lo que el nombramiento del altar como de ‘Choque Chinchay’, tomando en cuenta lo mencionado por Pachacuti-Yamqui, es afortunado.

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> El Cazador de Orión, Tauro y las Pléyades. Fuente: Astromonos.

LAS PLÉYADES (M45, SIETE CABRILLAS O SIETE HERMANAS)

Si bien la configuración de los agujeros no se asemejan a las 7 estrellas de la constelación de Orión, si tienen un ‘orden próximo’ a las 7 estrellas de las Pléyades en la constelación de Tauro, y es la idea más popular en los guiados en Chavín de Huántar. Las Pléyades son el cúmulo de estrellas más famoso del cielo a lo largo de todas las épocas humanas, aunque ya no tanto en los últimos siglos en donde ya no se tiende observar ni a la naturaleza ni al cielo.

En el hemisferio sur, las Pléyades son prominentes desde octubre hasta abril. La forma más fácil de ubicarlas es primero encontrar las estrellas que conforman el cinturón de Orión, seguir el eje de las mismas hacia la derecha, y ubicarlas un poco más allá de la estrella más luminosa de Tauro: Aldebarán. Ver imagen arriba.

Ahora, respecto al ‘orden próximo’, el agujero al noreste en el altar correspondería a la estrella Atlas de las Pléyades, los dos agujeros del lomo corresponderían a las estrellas Alcyone y Maia, los dos agujeros de las patas serían Merope y Electra, y los dos agujeros del rabo serían Caleano y Taygeta. Se asemeja.

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> Las Pléyades en la Constelación de Tauro. Fuente: Wikimedia.

La simbología de las Pléyades es un tema amplio e interesante, especialmente para el esoterismo, la mitología y la arqueoastronomía. Podemos relatar aquí que hay estudiosos que sugieren que el Sol y sus planetas giran en forma elíptica alrededor de la estrella Alcyone de las Pléyades y que la duración de este tránsito es de aproximadamente 25,800 años terrestres. Para otros, más desde la astrología y astronomía, este periodo corresponde al cambio lento y gradual del eje de rotación de la Tierra la famosa Precesión de los Equinoccios comúnmente llamado el ‘Gran Año’, ‘Año Platónico’, ‘Año Astrológico’ o ‘Ciclo de Yuga’.

Burger (2008: 688) menciona que las Pléyades son un indicador para los agricultores andinos para plantar los cultivos y determinar si saldrán bien o no.

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> Las Pléyades a simple vista. Fuente: Brocken Inaglory, Pleiades from San Francisco / Wikipedia..

OTROS ALTARES EN LA ZONA ANDINA DE ÁNCASH

Una mesa de piedra con hoyos tallados no es un elemento exclusivo de la cultura Chavín de Huántar. También existen otras mesas o altares de piedra cerca, al otro lado de la Cordillera Blanca, en Huaraz. Cerca de esta ciudad también se han podido encontrar elementos como huancas, fogones ceremoniales y cerámicas del Formativo Tardío.

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> Mesa de piedra con 5 hoyos cerca del sitio arqueológico de Willkawain, al noreste de Huaraz en el centro poblado de Paria. Fotograma: Propio.

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> Mesa de piedra con 5 hoyos en el sitio arqueológico de Oshkosh, al noreste de Huaraz en el centro poblado de Curhuas. Fotograma: Propio.

En la zona arqueológica de Cumbemayo en Cajamarca, también se ha reportado un altar de piedra con hoyos. El sitio pertenece al periodo Formativo según las investigaciones. De igual manera al parecer existe otro altar con agujeros en Morropón, Piura. Al norte de Huaraz y en la provincia de Huaylas, en Caja Rumi cerca a Pamparomás en la cordillera negra, se han encontrado unas rocas talladas pero en este caso los agujeros son más grandes y cuadrados, del periodo Inca.

POSIBLES FUNCIONES

Establecer las posibles funciones del Altar de Choque Chinchay es una investigación aún en proceso. Es muy improbable que el uso haya sido para actividades cotidianas como moler granos dada la presencia de una gran cantidad de morteros en Chavín y alrededores. Dada su ubicación en una esquina de la Plaza Cuadrada es probable que haya cumplido funciones rituales. Federico Kauffmann-Doig nos da una pista:

«… el pedrón originalmente tallado y pulido, que registra siete oquedades y que al presente se encuentra ubicado hacia el Oeste del nivel superior; su función debe buscarse en contextos de ritos pluviomágicos en los que los pocitos debieron constituir espejos de agua» (Kauffmann 2014: 169).

Si bien existen otros tipos de líquido utilizados a lo largo de las épocas en el mundo andino, dada la presencia del uso del agua en Chavín de Huántar en galerías subterráneas y canales abiertos, es probable que el líquido utilizado ritualmente haya sido el líquido esencial para el sustento de la vida.

Los rituales relacionados al culto al agua en la zona andina de Áncash se han mantenido hasta años muy recientes. En Llamellín, en la provincia ancashina de Antonio Raimondi, los abuelos subían al Cerro Torre para ‘waraquear’ con piedras la laguna, para que ‘suelte la lluvia’. En la provincia de Corongo, los famosos Jueces de Agua se hacen cargo de todo lo relacionado al agua evidenciando la importancia del líquido desde hace siglos. En la provincia de Huaylas, se solía recoger agua de la laguna Parón en la Cordillera Blanca para luego ofrendarla en lugares de la Cordillera Negra y así, ‘traer la lluvia’ allá.

Adicionalmente, la palabra de origen culle, koñ-čuko, significa ‘territorio de agua’ de acuerdo al Obispo Martínez Compañón. Los Conchucos es el territorio ubicado en el lado oriental de la Cordillera Blanca, la fuente principal de agua para esa región de los Andes a partir de las reservas en lagunas y glaciares. La lengua culle por lo que sabemos se hablaba en la sierra norte de Áncash, la sierra de La Libertad y la sierra sur de Cajamarca.

Asimismo, hoy en día, en las ceremonias contemporáneas de la mesa norteña en La Libertad, Lambayeque y Piura, en donde se continúa utilizando el cactus Tricochereus pachanoi mostrado en la famosa estela de la Plaza Circular en Chavín, es común el uso del agua en los rituales como símbolo de limpieza y purificación. Especialmente en Piura: en las lagunas de las Huaringas los rituales de agua involucran incluso la inmersión de los visitantes en las aguas de las lagunas consideradas sagradas.

Mario Polia (1996) nos cuenta un poco más sobre la importancia del agua en los rituales que involucran el uso del cactus sanpedro en los andes de Piura:

«El agua de las lagunas cordilleranas se utiliza en los rituales y se toma como ‘remedio’ por sus poderes terapéuticos. Se añade a los perfumes en la composición de seguros y, tal vez, al alcohol y al tabaco para ‘singar’…

El agua de manantial entra en la composición del ‘arranque’, para cortar el efecto del sanpedro al final de las ceremonias. He documentado entre los maestros más ancianos la costumbre de recoger agua de la fuente antes de las primeras luces del día. A esta costumbre subyace una idea que no es sólo andina, se encuentra, por ejemplo, entres los Mayas de Yucatán quienes, para sus ritos, recogían ‘agua Virgen’ que nunca había visto la luz del sol, en la oscuridad de los cenotes sagrados o del chultún, la cisterna subterránea. El agua es elemento femenino, es la esencia misma de la Tierra. Para producir vida debe juntarse al poder fecundante del Sol, como la hembra debe juntarse con el varón para engendrar. Pero si se quiere usar del elemento agua en todo su poder, en su ‘virginidad’, hay que recogerla antes del cotidiano conubio con el Varón celeste, el Sol. Cuando brota a oscuras de la tierra es cuando su energía y ‘frescura’ están aún intactas» (Polía 1996: 382-383).

Los ‘cenotes’ que menciona Polia son pozas de agua cristalina naturales consideradas sagradas; hay diferentes tipos: a cielo abierto, semiabiertos y subterráneos. El ‘chultún’ es un sistema de captación y almacenamiento pluvial ya no natural sino desarrollado por los humanos.

Dada la ubicuidad de la dualidad en Chavín de Huántar en la arquitectura del centro ceremonial, tomando en cuenta que en el mundo andino las lluvias y el rayo son consideradas la fuerza de la montaña (Lemlij y Millones 2016: 69) y que las obras de infraestructura en Chavín consideran la manipulación del agua, es posible que la función del altar de piedra haya podido ser el recoger las lluvias (femeninas) de la noche para ser utilizadas de alguna manera ritual, tal vez en combinación con algunas plantas medicinales, y recogidas de madrugada, antes de ser fecundadas por el Sol (masculino). Un agua considerada tal vez de mayor valor dado que no solo sería agua del cielo sino agua que ha venido de las estrellas.e04ad1e8-5dd0-422d-a2f0-8d6d6d0174c9_zpsqzoj1cab

> Lápida descubierta en Chavín el 2014 por el Proyecto de Investigación Arqueológica y Conservación en Chavín de Huántar, muestra dos seres en movimiento. La interpretación es que el de la izquierda emite semillas y agua (femenino) y el de la izquierda, rayos (masculino). El rayo en el mundo andino se asocia con la lluvia. Fuente: Boletín #4 de Fin de Temporada de Excavaciones 2014: Chavin de Huantar.

Y tal vez el vínculo con lo cósmico en el altar de Choque Chinchay, no sea solo la posible interpretación de los movimientos de los cuerpos celestiales como algunos han mencionado, sino simplemente la purificación del agua a través de la luz de la luna, considerada también femenina, vertida durante la noche y ya no recogida de las lluvias. Una práctica en otras latitudes que habría que investigar más en los Andes a partir de los registros en la etnohistoria o la etnografía.

No obstante, pienso que no debemos descartar el vínculo con las Pléyades. Hay mucho por investigar aún de las sabidurías ancestrales del mundo andino que se han olvidado, perdido y perseguido. Chavín de Huántar dada su lejanía en el tiempo es desde el principio una cultura ya mistérica, en donde los rituales de iniciación para la transmisión de saberes de una generación a otra eran realizados con mucho cuidado. Además, Chavín era una cultura chamánica, en donde el jaguar, la serpiente y el águila no son símbolos únicamente de poder, son animales aliados míticos para chamanes y chamanas. Y no hay que olvidar que las actividades chamánicas se centran esencialmente en el restablecimiento del equilibrio, del orden cósmico y terrestre, de lo material con lo sutil, de lo masculino con lo femenino, de lo interno con lo externo, y comprenden no solo el conocimiento y activación de las energías sutiles sino también el viaje mágico a otros mundos, o el retorno.

Aún queda mucho por decir e investigar sobre este tema definitivamente. Seguimos.

Agradezco a Cristian Yauri Cochachin, guardian con su familia de Willkawain, por la información sobre las mesas de piedra en la provincia de Huaraz.

Carlo Brescia
Septiembre 2016

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BURGER, Richard
2008. «Chavín de Huántar and its sphere of influence». En: Silverman, Helaine y William H. Isbell (eds.): Handbook of South American Archaeology, pp. 681-703. New York: Springer.

FLORES GARCÍA, Martín
1936. «Ha sido descubierta el Ara Sagrada del monumento, Monumento de Chavín». El Comercio, No. 49069, Segunda Edición, Lima, 5 de julio.

KAUFFMANN DOIG, Federico
2014. «Arquitectura de Chavín de Huántar en Suma». En: Boletín de Lima, Vol. XXXIV, Nr 169/170, Año 34, pp. 159-194.

LEMLIJ, Moisés y Luis MILLONES
2016. Mujer – Poder y Prestigio en los Andes. Seminario Interdisciplinario de Estudios Andinos. Lima: Editorial Argos.

LUMBRERAS, Luis Guillermo y Marino GONZÁLES MORENO
2012. Chavín de Huántar. Los descubrimientos arqueológicos de Marino Gonzáles Moreno. Lima: Proyecto de Investigaciones Arqueológicas y Conservación Chavín de Huántar.

PACHACUTI-YAMQUI SALCAMAYGUA, Juan de Santa Cruz
1950 [1613]. «Relación de Antigüedades deste Reyno del Pirú». En: M. Jiménez de la Espada, ed., Tres Relaciones de Antigüedades Peruanas, pp. 204-81. Asunción: Editorial Guarania.

POLIA MECONI, Mario
1996. “Despierta, remedio, cuenta…”: adivinos y médicos del Ande, Tomos I y II. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú / Instituto Italiano de Cultura.

RAVINES, Rogger
2014. «Chavín Retrospectivo. Antología Introductoria». En: Boletín de Lima, Vol. XXXIV, Nr 169/170, Año 34, pp. 19-102.

RICK, John W y Augusto E. BAZAN
2014. Boletín #4 de Fin de Temporada de Excavaciones: Chavin de Huantar. Huaraz: Proyecto de Investigación Arqueológica y Conservación en Chavín de Huántar, Octubre.

URTON, Gary
1981. At the Crossroads of the Earth and the Sky: An Andean Cosmology. Austin: University of Texas Press.