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CUERPO, MENTE Y ESPÍRITU: UNA ENTREVISTA CON MARISEL LA ROSA (*)
Por Carlo Brescia
(*) Entrevista realizada en Mayo del 2009, mientras Marisel se encontraba estudiando en Buenos Aires. La entrevista fue parte de un trabajo de investigación etnográfica sobre percepciones y performances corporales (ver video final aquí).
> Frente a la laguna Querococha, camino a Chavín de Huántar. Fotografía: Marcelo Rodríguez.
Entrevista publicada en la revista
CULTURAS SOSTENIBLES DESDE LA PERIPHERIA
Edición Mayo 2013, Nr 15
Huaraz, Perú
Marisel es Danza Movimiento Terapeuta y bailarina. Su trabajo principal es relacionar el movimiento como creación y el movimiento como curación, integrando así la Tradición Andina, la sabiduría del cuerpo y el espíritu en la Danza, mezclando la salud física y la salud emocional, tomando la Danza como modo de auto conocimiento, apertura y cambio de conciencia.
¿Cómo te definirías como persona?
Es difícil definirme, creo que soy un conjunto de sucesos que me han pasado a lo largo de la vida: de alegrías, penas, experiencias y personas que me cruce en el camino, que acompañaron, marcaron e hicieron crecer mi espíritu y persona.
¿En qué andas actualmente?
En este momento preciso ando terminando mi tesis de Danza Movimiento Terapia, y en otros niveles es mucho mas allá que Marisel y la tesis, soy más bien yo trabajando mi lado masculino, mi perseverancia, mi atención y mi lado racional que a veces me cuesta, pues prefiero crear, bailar, sentir. El tiempo dedicado a mi tesis me está ayudando por otro lado a darle forma a mi trabajo: saber por donde voy, que quiero conseguir con la danza, con el cuerpo y la curación. Saberlo y sentirlo es una cosa, y plasmarlo, definirlo y trasmitirlo es otra. Una que necesita de palabras y un encuadre claro. Todo esto me ayuda a pensar integrando la sensibilidad y la razón, que no tiene que estar necesariamente separadas pero por la manera como fui criada y por todo lo que me rodea, es un lugar que me cuesta transitar así que lo ando aprendiendo y experimentando.
Además, ando tejiendo en los momentos que quiero despejarme de tanto pensar, tejo, y mientras lo hago, aunque suene exagerado, siento que voy uniendo mis dos hemisferios mezclando lo que busco: el equilibrio entre la razón y el corazón.
> Desierto en la provincia de Casma, en la costa de Áncash. Fotografía: Marcelo Rodríguez.
¿Cómo definirías la danza?
Creo que no puedo definirla. Se me pasan miles de cosas, imágenes, sensaciones, hasta emociones. Definirla es como encapsularla en palabras y la danza en mi llega mucho mas allá de ser una palabra. Pero si tuviera que quedarme con algo de lo que siento ahora y sabiendo que es el momento de expresar y poner palabras y voz… para mi la danza en como un canal… ni un arte, ni un don, ni una expresión… es un canal abierto donde se unen el cuerpo y el espíritu.
¿Cuándo comenzaste a danzar?
Empecé a los 9 años queriendo ser una ¡Bailarina de Ballet Clásico! Ahora que han pasado muchos años me veo tan lejana a eso, es increíble como todo va cambiando mutando a lo largo de los años, los sueños se transforman y el tiempo te muestra otras cosas, solo hay que saber escuchar y en mi caso saber también desapegarme en su momento del sueño del tutu y los zapatitos de puntas.
Así que a los 9 años les dije a mi papas: quiero ser Bailarina profesional de Ballet Clásico y quiero hacer lo que se necesite para hacerlo seriamente en ese momento que mis papas me mandaron a la Escuela Superior Nacional de Ballet donde se forman las bailarinas clásicas durante12 años, recuerdo que me preguntaron claramente: “¿Estas segura, no? Porque va ser difícil y sacrificado”. Yo dije que si, en ese momento estaba decidida. Después de 3 días de exámenes para que me aceptaran en la escuela, ingresé y desde ese momento mi vida cambió: terminaba el colegio a las 2pm y tenía 20 minutos para comer y luego viajar sola en micro a los 10 año… ¡de Chaclacayo a Lima para mis clases! Y regresar a mi casa a las 10pm para cenar, tratar de hacer mis tareas y volver a empezar al día siguiente.
Era una vida muy sacrificada, me estaba quedando sin niñez, recuerdo que no podía salir con mis amigos por falta de tiempo y los primeros años pasaba con las justas de año en el Colegio.
Mantuve esa vida durante 5 años, y cuando cumplí 15 ya no lo pude sostener más. Era un ambiente que ya no me estaba haciendo bien, mucha exigencia y conforme vas creciendo te vas dando cuenta de cosas y ya no sabía si valía la pena y si realmente era mi sueño. Recuerdo que tenía clases de ballet de lunes a viernes y el sábado tenía una de Danza Contemporánea y llegó un punto en el que esperaba toda la semana mi clase de Contemporánea porque ahí me podía sentir libre, improvisar sin esquemas, sin formas estructuradas y sin líneas estéticas, sin que nadie me diga si estaba bien o mal. Me empezaba a parecer que la Danza Contemporánea era más orgánica y podía ser yo misma bailando, fluyendo desde otros lugares. Desde ese momento me empecé a involucrar más a fondo con ese nuevo mundo y empecé a descubrir el poder interior de poder crear mi propia danza con mis propios movimientos.
Fue entonces que decidí dejar el Ballet y profundizar en la Danza Contemporánea, en ese momento mi sueño se transformó de convertirme en Bailarina Clásica a Bailarina de Danza Contemporánea. Así como ahora agregué a mi vida la Danza Movimiento Terapia y el Movimiento Auténtico que son formas de movimiento más ligadas a la curación. Después no sé que vendrá pero la esencia se va manteniendo y es el movimiento lo que siempre perdura.
A veces siento que vivir todas estas experiencias en carne propia me ayudaron a tener la certeza de que estoy en el camino, no correcto porque la vida es equivocarte y volver a levantarte y seguir aprendiendo, pero si dentro del camino que siempre soñé y busqué.
Durante el rodaje en la Plaza Mayor en el Centro Ceremonial Chavín de Huántar, septiembre 2012. Fotografía: Omar Campos.
¿Cómo continuaste tu formación?
Cuando terminé el colegio tome la Danza como formación Profesional, en lugar de ir a una universidad me iba a mis distintas clases de danza. Mis horarios eran de lunes a viernes, todas las mañanas de 8am a 1pm, entrenaba alrededor de 5 horas diarias, a veces mucho más cuando tenía ensayos, volvía a mi casa para comer algo y en las tardes seguía ensayando.
Me formé en Danza con varias Maestras como Pachi Valle Riestra, Mirella Carbone, Ana Zavala, Karine Aguirre, Patricia Awapara, Rossana Peñaloza, Carmen Aída Febres, entre otras y pasé por varias escuelas como Pata de Cabra y Espacio Danza.
¿Qué más aprendiste relacionado a la danza?
Quería mencionar 4 formaciones Básicas en mi vida de bailarina que se iniciaron una vez transitados 4 años de formación en Danza Contemporánea cuando empezaba a descubrir que era lo mío y por donde quería seguir la eterna búsqueda del movimiento.
La Danza Butoh con la maestra Reah Volij en Argentina. Las clases eran dos veces por semana y duraban 4 horas, era un trabajo muy fuerte e intenso, la filosofía del Butoh es muy interesante. Parte de vaciar el cuerpo y de escuchar los devenires en movimiento, parte también de romper los parámetros de formas clásicas de belleza y tiene imágenes muy hermosas para empezar a improvisar una vez logrado lo anterior se me vienen algunos ejemplo: ¿Cómo escribirías un carta de amor con la espalda? ¿Cómo pasar de ser polvo de estrellas a gotas de rocío? ¿Cómo tu cuerpo puede con el movimiento de recolectora de corales?
Otra es la Danza Marcial con mi maestro Ariel Sircoski. Era también dos veces por semana, las clases eran de 2 horas, es un trabajo muy interesante de energías y conceptos de líneas de fuera que parte de los principios de las artes marciales para danzar.
Otro entrenamiento interesante en danza para mi fue con la maestra -también Argentina- Melanie Alfie que desarrolla una técnica propia a la que le llama Práctica de Guatemala que mezcla Artes Marciales, Danza Contemporánea y ejercicios chamánicos para investigar el movimiento e improvisar.
También algunos años de La práctica de Hervé Diasnas, un francés que desarrolló una técnica también propia, que une los ejercicios de Artes Marciales con ejercicios energéticos y de movimientos.
Y por último y clave en mi búsqueda es el Movimiento Auténtico una práctica que se basa en encontrar los impulsos del cuerpo y dejar que te muevan y te cuenten cosas, es abrir con el movimiento un pase al inconsciente, una práctica de muchos años y sensibilidad.
Estas son las cuatro cosas distintas a la danza Contemporánea que me abrieron otros mundos de investigación y que hoy definen un poco mi trabajo.
Con Miguel Piedra, durante el rodaje en una jardín de Cactus en Chavín de Huántar, septiembre 2012. Fotografía: Omar Campos.
¿Qué otras cosas has aprendido fuera de la danza?
¡Justo a este punto quería llegar! Hubo un momento en mi vida en el que la danza para mi llegó a un punto límite, no quería, no me bastaba bailar en los teatros y que la gente me diga que bonito estuviste hermosa. Mi búsqueda siempre apuntó a otros lugares más internos, a otros lugares de curación en el que la danza ayude a abrir los corazones, lograr que por medio de la danza las penas puedan circular y el movimiento pueda ayudar a abrir nuevos espacios internos y externo en la vida. Fue entonces que dejé los teatros y las funciones casi todos los fines de semana, me fui a vivir a Carhuaz. Ahí empezó la búsqueda de verdad, la convivencia con la naturaleza, la escucha de por donde tenía que ir, qué cosas nuevas tenía que aprender y qué otras olvidar, además de unos viajes a la selva donde pude ver más clara la misión.
Decidí entonces viajar a Argentina a estudiar la carrera de Danza Movimiento Terapia durante 4 años. Esta fue una fuerte decisión que cambio el rumbo de mi vida y de mi danza. Ahora que ya terminé la carrera pienso que conseguí muchas cosas pero que también perdí otras: el vivir sola y alejada de tu familia en otra cultura que vive más mirando a Europa en lugar de observar sus propias raíces, a veces te hace distraerte de la esencia, perder la ternura, la inocencia que luego cuesta recuperar, son cosas que se que están dentro pero el afuera influye, y son cosas que con solo volver a mis montañas y a mi sierra retornan a mi, me llenan de energía y me inspiran nuevas danzas.
¿Te dedicas solamente a la danza?
Creo que de alguna manera si, pues la Danza como forma de creación y en la danza como forma de curación habita el movimiento, lo principal es la escucha del movimiento. Así que si, me dedico desde distintos puntos a crear, observar, descifrar y encontrar movimientos en mí y en los demás.
¿Qué sientes a la hora de danzar?
Muchas cosas y a veces nada, danzar es presencia total como cuando haces el amor como cuando tienes un orgasmo que va desde el cuerpo presente tangible y llega al infinito, que no se puede describir, ni tocar, solo sentir.
Por lo general es un estado de felicidad máxima que a veces no logro repetir en la vida cotidiana, es una necesidad vital.
Bailo para curarme a mi misma, para que las energías trabadas circulen y pueda seguir liviana en la vida y asimismo bailo para los demás porque si estoy bien, presente y conectada, los demás lo perciben, porque si me curo yo curo a los demás, es algo casi mágico que sucede sin pruebas concretas, solo pasa, porque no es bailar lindo, no es bailar desde las formas bellas, es estar presente y abrir los corazones de quienes te perciben, en eso esta la belleza para mi.
Sobre un dolly durante la filmación del video experimental Peregrina en la Plaza Mayor en el Centro Ceremonial Chavín de Huántar, septiembre 2012. Fotografía: Omar Campos.
¿Y tratas de comunicar algo?
No creo que hayan objetivos centrales específicos en la danza sobre lo que se quiere comunicar, creo que siempre va ser subjetivo de acuerdo al espectador, se puede bailar de acuerdo a un tema específico pero luego todo cambia de acuerdo a como te sientes ese día de la función, si estas feliz o si no, como estas en ese preciso instante dice mucho y el publico lo sabe y al final es lo que percibe.
En el publico siempre hay de todo, personas que dicen no entendí nada de lo que querían trasmitir pero me gustó y lo disfruté y eso es lo principal para mi. Creo que si eres fiel y honesta contigo misma, con la propuesta, con tus movimientos, con tu danza, si hay conexión con los demás bailarines y con el público. Las personas lo sienten y se conectan, es ahí cuando no pasa por la cabeza, cuando llega al corazón, cuando puedo decir que la misión se esta cumpliendo.
Por Carlo Brescia y Marisel La Rosa
Mayo 2009
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