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> El camino ancestral, lado oeste en la quebrada Uquián.

EL SHUNQU NAANI

Hace años que quería hacer esta caminata. Para conocer el paso, nuevas lagunas, nuevos paisajes y sobretodo, la ruta ancestral que comunicaba Huaraz con Chavín de Huántar. Chavín de Huántar, como cultura originaria, tuvo una duración de por lo menos 8 siglos en el periodo denominado por los arqueólogos como Formativo. Y como centro ceremonial, recibió durante este período muchas personas que usaban esta ruta (y otras) para llegar a este destino ancestral de peregrinación.

Y algo más motivaron mis ganas de salir con la mochila a caminar: y es el simple acto de caminar, no solo como una actividad de puesta a punto del cuerpo, sino también de la mente y el espíritu. Nietzsche escribió que todas las grandes ideas se concebían al caminar. Muchos estudiosos afirman que el simple acto de caminar, el desplazarse físicamente en el tiempo y el espacio por medios propios (aunque también he obtenido buenas ideas/integraciones trasladándome en avión, tren, bus, carro o bicicleta), genera cambios a nivel cognitivo. No sólo se trata de salir del cotidiano, de la zona de confort, lo que genera cambios a nivel de la consciencia. Si tomamos en cuenta que las caminatas en las montañas andinas son por lo general arriba de los 3000 metros, se requiere una conexión especial con la respiración, muchas veces a nivel subconsciente.

Al caminar en la montaña, uno tiene que respirar circularmente, sin pausas entre la inspiración y la expiración, y también tiene que respirar de manera más profunda, para poder llevar más oxígeno a la sangre y por lo mismo al cuerpo, para lograr satisfacer la cuota de oxígeno requerida en un medio en donde los niveles son más bajos. Al respirar de manera más profunda y más intensa, se lleva aire a zonas donde no suelen llegar en el cotidiano y así vamos alimentando con oxígeno lugares del cuerpo que recibían de manera deficiente esta principal fuente de alimentación. Además, esta respiración más profunda también lograr mover partes del cuerpo que tampoco tenían la movilización plena en el cotidiano. Al respirar entonces de manera profunda, estos lugares del cuerpo empiezan a fluir y liberar cosas que estaban estancadas, bloqueadas, dormidas, como recientemente aprendí con la respiración consciente o ‘rebirthing’ (Muchas gracias a Renata Borges de la Escola de Renascimento e Terapias Integradas en Sao Paulo).

PREPARATIVOS

El equipamiento de montaña requerido para una caminata de este tipo requiere una carpa, colchoneta, bolsa de dormir, mochila, cocina, utensilios de cocina, un buen par de zapatos y obviamente ropa adecuada (liviana, que deje transpirar, que proteja del frio).

Llevé como parte del equipo mi cayado de avellano, que coseché junto a mi amigo Jose Luiz Azcona en una quebradita cerca de Logroño (¡Gracias!), como otra opción se pueden llevar bastones telescópicos de fibra de carbono. Caminar con bastón o bastones, al estilo de ‘Caminata Nórdica’, si hace una diferencia porque se ejercitan más músculos, además de ayudar en las bajadas con mucho desnivel. Además, según algunos estudiosos, el bastón ayuda a sostener alrededor del 30% del peso de la carga en la mochila).

También llevé mi mapa de la Zona Sur de la Cordillera Blanca, publicado por el Club Alpino Austríaco, edición del 2005. La escala es de 1:100,000 así que si planean hacer muchas caminatas a lo largo de muchos años recomiendo comprar o prestarse un juego (son 2: Zona Norte y Zona Sur).

Luego, hay que llevar alimentos, como mi plan era caminar hacer la ruta en dos días, llevé lo necesario para una cena (pasta), un desayuno (sopa de 7 semillas: quinua, kiwicha, trigo, habas, cebada, maca y ajonjolí), dos picnics (galletas holandesas /stroopwaffels/ de Dirk, mandarinas y manzanas) y agua (un termo y una botella de plástico de montaña).

Aquí debo mencionar que al vivir en Huaraz, estoy mejor aclimatado a esta altura (mi sangre tiene una mayor cantidad de glóbulos rojos que logran captar más oxígeno a través de la respiración) por lo que mi plan de caminar esta ruta en dos días era sensato. Si uno no está aclimatado, o tiene pocos días a esta altura, la duración adecuada sería 3 días. Eso generaría cambios logísticos ya que hay que llevar más alimentos.

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> Vista del río que corre por la Quebrada Uquián, al lado oeste del camino. El lecho del río presenta óxidos de metales que seguramente afloran de las paredes de roca más adelante en el camino.

DÍA 1

Desde Huaraz, lo usual es tomar una combi hasta Olleros/Huaripampa, el paradero está en la Av. Tarapacá, a un par de cuadras de la estatua de Turmanye en el lado norte de la ciudad. El pasaje cuesta 3.50 nuevos soles y el viaje dura unos 30 minutos, unos 22 kilómetros de distancia. Hay que bajarse en un cruce, en el mismo pueblo de Olleros, todos los conductores saben dónde es y existe un letrero en ese lugar que indica la ruta.

Una vez fuera de la combi, empieza la caminata. Llegué a ese cruce a eso de las 10 de la mañana. Hay que cruzar un puente y luego todo el largo pueblo de Canrey Chico. Es un camino sin mucha pendiente, pero largo. Es en este pueblo donde se filmó gran parte de la película MADEINUSA de Claudia Llosa el 2005. Si te has olvidado de comprar algo de comida, aquí encontrarás panes, galletas y algunas frutas.

Al final del pueblo, uno se encuentra con el letrero del Parque Nacional Huascarán que muestra la ruta de la caminata Olleros – Chavín. La caminata sigue sin mayor pendiente por espacios típicos de puna, entrando luego a la quebrada Uquián, también lleno de ichus. El río tiene un lecho rojizo, que indica la gran cantidad de óxido de hierro o cobre que debe aflorar de las paredes de la montaña. Tal vez por esta razón uno no ve la flora y fauna típica que encuentra en las otras quebradas de la Cordillera Blanca, no obstante este lecho rojizo se ve también en la Quebrada Quilcayhuanca en donde si hay una vegetación impresionante. ¿Cuál será la real diferencia? El frío tal vez.

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> Letrero que señala la ruta de la caminata

El camino es largo hasta el sitio denominado Sacracancha, que es un lugar en donde hay un cerco que cierra el valle y no deja pasar a los burros, vacas, toros, ovejas y caballos. Es lo que se llama un potrero. Hay un pequeño grupo de familias que viven aquí y cuidan a los animales. Esto está permitido ya que estas familias han venido usando este lugar desde tiempos ancestrales, antes de la creación del Parque, cuando no eran caballos y ovejas lo que cuidaban sino llamas y alpacas.

Unos veinte minutos más hacia el este, uno se encuentra con la laguna Collotacocha. Es aquí donde se suele hacer el primer campamento. Por error, cogí el camino del lado norte de la quebrada, que en realidad no es tan ‘camino’ y es difícil de seguir. El camino ancestral y más usado es el que recorre el lado sur de la quebrada. Ese desvío significó que tuve que atravesar un gran oconal con mucho cuidado para evitar sumergir mis zapatos en el agua (al día siguiente no tuve tanta suerte).

Los oconales, bofedales o turberas, son formaciones altoandinas semipantanosas a partir principalmente de la champa (Distichia muscoides) o pasto con mucha humedad. Su función ecosistémica es muy importante porque no solo configuran una muy buena cobertura vegetal del suelo contra la erosión, sino también capturar de manera muy efectiva el carbono de la atmósfera (dióxido de carbono o gas carbónico).

Llegué a eso de las 4pm a la laguna. Mi caminata ese día se inició como siempre, con la mente puesta en llegar al objetivo del día y revisando después de cada largo tramo la hora en el móvil. Felizmente, eso me duró poco, a la hora de haber empezado, ya dejé esa ansiedad y esa cosa mental de estar tratando de controlar la realidad. Me desapegué del objetivo y empecé a caminar a gusto, disfrutándolo, no sólo los paisajes y la naturaleza sino el sentir mi cuerpo, empoderado gracias a la consciencia de estar caminando libre y también gracias al bolo de hojitas de coca que engullía de tanto en tanto.

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> En el afloramiento rocoso de la derecha, bajo unos piedrones, instalé el campamento.

Debo haber caminado unas 5 horas seguidas este primer día, haciendo paradas para tomar agua, comer mandarinas, galletas y una manzana, hasta llegar al sitio de campamento en donde instalé la carpa, puse a hervir agua para el termo y para cocinar la pasta. Cuando terminé, ya estaba casi oscuro. Tuve la suerte de hacer coincidir mi caminata con la luna llena y con la alineación de Júpiter y Venus que se veían claritos desde la caída del sol.

DÍA 2

Hace frío siempre en la madrugada, cuando el sol aún no se asoma y se encuentra oculto detrás de la Cordillera Blanca. Por lo general, en lado oeste de la Cordillera la luz llega a eso de las 7 u 8 de la mañana, y a esa hora fue que decidí salir de la carpa, luego de descansar del primer día, para preparar el desayuno. Tenía que ser uno fuerte así que le metí cuatro grandes cucharadas a la bolsa de 7 semillas para echarlas a la olla con el agua. Luego, me di el lujo de prepararme un café a la turca, con café a partir de granos orgánicos molidos de un lugar cerca de Chachapoyas.

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> Vista de la Huanca sobre el montículo, dirección oeste-este.

Mientras hervía la sopa, levanté el campamento poniendo a secar la carpa al sol. Cuando terminé de desayunar, puse todo ordenadamente en la mochila, la coloqué en mi espalda y cogí el cayado para empezar el segundo y último tramo del día. Unos diez minutos después me encontré con una Huanca, en la parte alta de un montículo. Una Huanca es una piedra por lo general alargada, e instalada verticalmente, que representa en los Andes a los ancestros de una comunidad, por lo tanto se considera sagrada y se le venera. Dejé hojitas de coca a sus pies.

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> Detalle de la Huanca

A partir del encuentro con la Huanca, mi desvío de la ruta del día anterior se hizo evidente. Tuve que subir un cerro durante una hora para encontrar un paso a para atravesar el río que bajaba de la quebrada en donde se encuentra el campo base del Huamashraju. Dicen que en esa quebrada existe una catarata que cae en medio de un bosque de quenuales, me gustaría visitarla algún día, no lo intenté porque eso significaba caminar más horas y no llevaba tanto alimento para recuperar la energía. Al final de ese día, si o si, tenía que llegar a Chavín porque ya no iba a tener que comer para la cena, ni más picnics.

Luego de subir el cerro, y bajarlo, atravesé otro largo oconal y es aquí en donde enterré mis zapatos en el pantano. Lamentable, iba a ser muy difícil evitar esto, porque con los zapatos y medias mojadas es más fácil desarrollar ampollas en las plantas de los pies, cosa que sucedió. Luego de cruzar el pantanal, con mi atención siempre en el momento presente, atravesé el río principal de la quebrada por un ancho puente y subí luego de mucho esfuerzo hasta el camino del lado sur de la quebrada, la ruta ‘normal’.

A partir de aquí el camino se hizo fácil, sin mucha pendiente y muy bien conservado. Crucé un primer paso que me confundió porque habían muchas apachetas y se me ocurrió que ese era el Paso Yanashallash. Revisé mi mapa y no podía haber avanzado tan rápido, especialmente luego del atraso subiendo el cerro y cruzando el oconal. No, no era el paso, aún faltaba una hora. Sin embargo, esa entrada a una parte más alta del camino fue muy interesante, con buenos paisajes a los nevados, corralones y muros ancestrales y un par de letreros informativos recientemente colocados.

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> Letrero colocado hace algunos años comunicando a los caminantes sobre el significado de las apachetas.

Las apachetas son montículos ancestrales de pequeñas piedras. Son ofrendas a los seres animados que habitan el mundo andino, como en las montañas (apus), lagunas (cochas) y los ríos (mayus). Esta costumbre antigua en los Andes es similar a las que hacen en Tíbet, en los Himalayas. Dejé nuevas apachetas en el camino.

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> Huira huira, nombre científico: culcitium canescens. Al lado del camino antes de llegar al paso Yanashallash se encuentran gran cantidad.

Seguí por el camino y me llamó la atención la gran cantidad de Huira huiras (Culcitium canescens) a los lados del camino. Esta planta crece entre los 4,5000 y 5,000 metros sobre el nivel del mar. Aparte de ser buen cicatrizante, es súper bueno para problemas de gripe, de las vías respiratorias y ayuda a bajar la fiebre. Ideal para las personas que vienen de la costa y se enferman con el frío. Y estaban ahí, al lado del camino en gran cantidad, como si la naturaleza las haya hecho crecer a propósito para ayudar al ser humano a transitar estos espacios. ¿O tal vez hayan sido sembradas aquí por los ancestros?

El camino en esta parte se vuelve muy bello, uno ya está en una parte muy alta, arriba de los 4,700 metros, por lo que las vistas son cada vez más impresionantes. Uno pasa al lado de lagunillas, el camino está muy bien conservado -más que en otros caminos de la Cordillera Blanca- y la presencia de agua atrae a un sinnúmero de aves y la presencia de más especies botánicas.

El Paso Yanashallash

Llegué a este punto a las 2 de la tarde me parece, con el sol ya no en su cénit. El paso se encuentra en un punto alto, a 4700 metros y, obviamente, ya se puede ver el lado este del camino que atraviesa la Quebrada Shongo (de la palabra quechua ‘Shunqu’, que significa corazón).

> Laguna cerca del paso.

Los últimos 20 minutos antes de llegar al paso, uno atraviesa un espacio lleno de apachetas, haciendo de la caminata algo muy hermoso, como que se siente más la presencia de los ancestros y de la importancia de este camino que conduce al centro ceremonial. Me entretuve levantado más apachetas en este tramo.

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> Letrero en el Paso Yanashallash.

El mismo paso es bellísimo, con más apachetas, una construcción cuadrada de piedra con 3 agujeros y otro letrero indicando lo que son las ofrendas a la pachamama. Aquí debo haberme quedado unos veinte minutos mientras descansaba, comía unas mandarinas y observaba el entorno. También dejé mis ofrendas en la construcción de piedra.

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> Construcción de piedra para dejar las ofrendas en el Paso Yanashallash.

El paso, como muchos de los pasos importantes de la Cordillera Blanca, marca la división continental: hacia el este del paso, todo el agua de lluvia y ríos van hacia el oriente, al río Huachecza, al Mosna, al Puchka, al Marañón, hasta el Amazonas para luego entregar sus aguas al océano Atlántico en la costa de Brasil. Hacia el oeste del paso, las aguas fluyen por la quebrada Uquina entregando al río Santa y luego este al océano Pacífico.

El Shunqu Naani

Este tramo por la quebrada Shongo es el más bello, pienso. Por la calidad del camino (varios muros de piedra de 2 metros a los lados conformando la plataforma), por la diversidad de flora (bosquecillos de quenual) y fauna (aves, vizcachas), y por la topografía espectacular que atraviesa el camino. La bajada por la quebrada Shongo es bellísima, luego de haber atravesado la otra quebrada más austera en su biodiversidad.

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> Muros de piedra construidos abajo y al lado conformado la plataforma.

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> Otro segmento del camino, más deteriorado.

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> Y otro segmento.

Es un típico camino ancestral transandino, tal vez de la época de Chavín, es decir, anterior a Wari y a los Incas. Obviamente, este camino debe haber tenido un correcto mantenimiento por las culturas posteriores a Chavín ya que el tramo fue utilizado por ellas. Es por esa razón que muchos investigadores ya no suelen llamar al Qhapaq Ñan el «Gran Camino Inca» porque no fueron los Incas quienes diseñaron estos caminos, fueron muy probablemente culturas anteriores que estaban en comunicación unas con otras, tal como en el horizonte temprano (de Chavín) como en el horizonte intermedio (de Wari), y tal vez antes.

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Antes, hacia 1940, hubo un caserío de 23 habitantes (según Diessl 2004), Shongo también, que era una especie de tambo para los viajeros que cruzaban Yanashallash. En esta zona hay restos de andenería, chullpas, corrales de varios tamaños y plataformas. Incluso una Huanca, ver siguiente imagen.

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> Huanca en medio del valle en la Quebrada Shongo, es cerca de este lugar en donde se acampa si la caminata se hace en 3 días.

Al final de esta quebrada, uno llega al encuentro de esta con la quebrada Alhuina. El río que baja desde la Quebrada Shongo se une al río Huachecza. Es aquí en donde uno encuentra dos pueblitos: Jato y Chichucancha, separados ambos por el río, abajo. El 2009 empezaron a construir una trocha desde Chavín hasta Jato, que debe haberse terminado el 2010. Llegué al pueblo de Chichucancha a eso de las 5pm, luego de unas 8 horas de trayecto, incluyendo paradas. Empecé la caminata ese día a las 9 de la mañana.

Desde Chichucancha a Chavín, uno debe caminar unas 3 horas por el camino ancestral. Ahora que ya existe la trocha carrozable, uno tarda menos de una hora en llegar. Cómo ya estaba muy cansado (la subida al paso y la bajada habían sido muy fuerte) esperé que pasara un colectivo. Llegó luego de unos 20 minutos de espera, y fue Oscar, el Chavíno con taxi amarillo, quien me llevó por solo 5 soles hasta Chavín. No me importaba seguir en carro este último tramo, ya la ruta de Chavín hasta Chichucancha y Jato las había caminado en diciembre del 2009, en ese entonces recorrí con unos amigos la Quebrada Alhuina hasta el paso que lleva a la Quebrada Carhuascancha. Nos tomamos 4 días y 3 noches para llegar desde Chavín hasta el pueblo de Huántar.

Ese segundo día, llegué a Chavín de Huántar a las 6 de la tarde.

Carlo Brescia
Julio 2015

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> Mochila y cayado en el camino hacia el Paso Yanashallash, aún en la quebrada Uquina.

DATOS TÉCNICOS

Punto de Inicio: Olleros
Punto de Fin: Chavín de Huántar
Duración: 2-4 días
Longitud: 30 kilómetros
Punto más alto: Paso Yanashallash 4700 msnm

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Este libro es clave para recorrer los sitios arqueológicos del distrito de Chavín, San Marcos y Huari:

DIESSL, Wilhelm 2004. Huantar San Marcos Chavin – Sitios Arqueológicos en la Sierra de Ancash. Lima: Instituto Cultural Rvna, 584 p.